Feliz cumpleaños
— ¿Estás nerviosa? —me preguntó mi mejor amiga, Melany, con una gran sonrisa que ocupaba toda su cara, al montarme en su coche.
— Como un flan.
Os resumo brevemente la situación para que me entendáis:
Era mi decimoctavo cumpleaños y acababa de ser admitida en el club privado Olympus. Dicho club, al cumplir la mayoría de edad te enviaba una carta haciéndote saber si habías sido admitido o no.
Todos los jóvenes del pueblo querían ir al club y esperaban deseosos sus cartas de admisión, y yo no era menos. Así que allí estábamos yendo.
— ¿Trajiste tu carta, verdad? —preguntó la pelinegra mientras conducía.
— "Eileen Genevieve Forbes, nos complace informaros que, de entre un centenar de jóvenes, ha sido admitida en el club Olympus.
Como nuevo miembro del club, le hemos enviado por el correo adjunto que nos indicó, la normativa vigente. Rogamos que la lea con la mayor brevedad posible.
Bienvenida a la familia de la noche.
Att: Zeus." —leí la carta que tenía entre mis manos con voz de señor, recibiendo una risa por parte de mi amiga.Melany había sido admitida 3 meses atrás, pero trágicamente no pudo hablarme de nada relacionado con el club, ya que le hicieron firmar un contrato de confidencialidad. Por más que intenté sonsacarle información no hubo manera, y mira que lo intenté.
Antes de bajarnos del coche me eché una mirada rápida en el espejo: mis ojos verde brillaban repletos de ilusión, mi pelo rubio caía en forma de rizos sobre mis hombros y aquel vestido de seda color champagne me hacía lucir unas clavículas muy sexys.
— ¿Lista para pasar la mejor noche de tu vida? —preguntó Melany con una sonrisa picarona y una chispa de ilusión en sus ojos.
— Nunca he estado tan lista. —aclaré sonriente para seguidamente salir del coche.
Camino a la entrada me tomé el tiempo de observarlo todo con lujo de detalles.
Aquella puerta, de al menos tres metros de alto, parecía la entrada al mismísimo cielo. Un gran arco de oro otorgaba un aspecto lujoso al lugar, acompañado por dos grandes columnas dóricas a sus lados. Si te fijabas lo suficiente podías observar unas pequeñas figuras en el arco, como las musas de Hércules, que curioso.
— Identificación. —una voz gruesa me sacó de mi ensimismamiento.
Dicha voz provenía de un seguridad que podía hacerse pasar por armario empotrado, cuanta cantidad de músculo marcaba ese traje de chaqueta.
Rápidamente saqué mi carta de admisión junto a mi identificación para entregársela.
— Hécate, ya me conoces —dijo Melany.
Una vez nos dejó pasar, las puertas del paraíso se abrieron ante mis ojos.
Tras pasar la puerta, lo primero que veías era un camino de piedras blancas que seguir para llegar a otra puerta casi tan impresionante como la que daba a la calle. A ambos lados había lo mismo, una fuente con decoraciones griegas rodeadas por césped. Rodeando todo y dándole un toque digno de un templo, se encontraban múltiples columnas corintias.
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Eonia
FantasyEl antiguo y aparentemente aburrido pueblo de Delfos, en Grecia, oculta bajo sus ruinas uno de los mayores enigmas de la historia. Al cumplir 18 años y tener acceso al club Olympus, Eileen descubre quienes son en realidad las personas que creía...