Parte 1 Los tres cerditos.

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Parte 1





Tres pequeños cerditos que habían nacido en la cuidad decidieron un día que querían vivir en el bosque. Estaban un poco cansados de la cuidad y el bullicio a la que esta estaba unida. Buscaban paz y relajación en medio del campo.

Llegaron una cálida mañana de abril, la brisa fresca de la montaña y el suave aroma a flores silvestres inundaron sus narices. El bosque, era sin lugar a dudas un paraíso.

Los tres cerditos tenían la absoluta seguridad que ahí vivirían muy felices.

Ingenuos. Totalmente ingenuos los tres cerditos. Ignoraban que en ese bosque tan hermoso y pasifico aguardaba la peor de las bestias, una criatura salvaje que siempre tenía hambre y los cerditos eran su comida favorita.

Tres dulces y pequeños cerditos.

El lobo se relamió los labios gustoso observando desde la lejanía las tres pequeñas criaturas que recién llegaban a sus dominios. Tan apetitosas, tan jugosas y tiernas... ¡Cómo se divertirá clavando sus colmillos en esa tersa piel rosadita, mordiendola hasta cansarse! ¡No podía esperar!


Continuó observando a los tres pequeños instalarse cerca del río, construyendo ahí sus casas.


Fue el menor el cual se alejó un poco más en busca de un material adecuado para construir su pequeño hogar. Anduvo en soledad por largo rato hasta encontrarse un cristalino riachuelo en medio del bosque.


Suspiró cansado, construir le había agotado demasiado. Se despojó de sus ropitas quedando totalmente en la desnudez de su rosada piel. Tomaría un pequeño descanso antes de continuar con su trabajo.

El agua del riachuelo era cálida, relajante y acariciaba su piel con dulzura. Nunca había tenido un baño tan relajante.



Cerca de ahí el lobo observaba con gusto al cerdito indefenso nadar son preocupaciones en su riachuelo. Sonrió satisfecho con la idea que tuvo, una probadita de la comida no estaría nada mal.


También se adentró al lago, lo conocía como la palma de su mano y tarde o temprano el cerdito llegaría donde él. Solo tenía que esperar.


El pequeño cerdito continuaba nadando, disfrutando del sol y la brisa. Tal era su ensimismación que no notó como la corriente le arrastraba hasta una rocas.


—¿Pero que tenemos aquí? —sonrió el lobo desde una cómoda piedra mirando con interés al cerdito.


El aludido movió sus orejitas en busca de la voz extraña, sus ojitos chocaron con dos aun más profundos e intimidantes.


— ¿Quién es usted? —preguntó curioso. Desde su llegada no habían visto más seres que no fueran ellos mismos.

—¿Qué quién soy? —se carcajeó el lobo —. Yo soy el dueño de este bosque —respondió moviendo su peluda cola de un lado a otro.

El cerdito le observaba a una distancia prudente, sus hermanos mayores le habían advetido que no podía hablar con extraños.

—Yo.. me tengo que ir —susurro nervioso.

—¿Te vas? Y yo que estaba dispuesto a ayudarte con lo que estabas buscando —dijo llamando la atención del pequeño al instante. El lobo sabía que por más precavido que fuera su presa el siempre lograba convencerla.

—¿Me ayudarás? Pero eres un extraño.

—No lo soy, mi nombre es Madara y tu?

—Sasuke.

—Sasuke —saboreó el nombre del pequeño en sus labios, un delicioso nombre para un cuerpo aun más —Ya sabes mi nombre y yo el tuyo, ahora podemos ser amigos.

—Supongo —sus hermanos le habían dicho : ¡No hables con extraños! si ya sabía su nombre no era un extraño ¿no?  —¿Y donde está lo que necesito para mi casita? —inquirió mirando a todos lados en afán curioso.

—No está muy lejos pequeño cerdito —Extendió su mano invitando al cerdito a tomarla —Vamos, te lo mostraré.

Sin dudar, sin sospechar nada de nada el cerdito tomó la mano del lobo feroz sellando así su triste final.

Caminaron tomados de la mano por todo el bosque hasta adentrarse aún más profundo donde la poca luz del sol casi ni tocaba la tierra por las grandes y copiosas ramas de los árboles.


El cerdito no vio el momento en que el lobo se acercaba a él como un depredador hambriento, deseoso de abrir sus fauces y clavarse sobre la suave piel del pequeño cerdo. Su cuerpecito pequeño cayó al suelo tras un fuerte empujón por parte del lobo.


Chilló de forma dolorosa por el tremendo golpe en su trasero a causa de la caída . Le dolía tanto que podía llorar en ese instante.


—¿Por qué me golpeaste? —preguntó con lágrimillas en sus pequeños ojitos —. Me duele mi colita —seguía lloriqueando triste y dolorido.


El lobo solo le observaba cada vez más deseoso, más hambriento y ansioso de devorar aquella criatura frente a él. Amaba escuchar a sus presas quejarse, luchar por su vida y al final terminar cediendo frente a su poder. Finalmente se acercó hasta el cerdito que lloraba, se inclinó y le tomó del cuello.


—¿Te duele pequeño? —interrogó con cinismo en su gruesa voz.


El pequeñito asintió miedoso.


—Si.




—Ya veo, entonces eso está bien —deslizó su gran lengua por toda la mejilla del pequeñín limpiando todo rastro de lágrimas que pudiera tener —Delicioso... amo que mis presas lloren de miedo. Es el miedo el condimento perfecto.

El cerdito se removió asustado tratando de liberarse pero el lobo le sujetaba con fuerzas

—¿Por qué me haces esto?¿No éramos amigos?

—Cuando has visto a un lobo ser amigo de un cerdo, no te enseñó tu madre que no se puede ser amigo de la comida.


—¡¿Me vas a comer?! —preguntó asorado por la palabra comida ¡Se lo quería comer!


—Por supuesto —respondió para desdicha del cerdo asustado —Pero descuida soy un experto devorando cerdos y por ser a ti mi dulce cerdito te mostraré una forma muy preferida mía de comer. Espero que sepas chillar como lo que eres, no me hagas arrepentirme de mi decisión.


El cerdito trago grueso ¿A qué se refería con forma favorita de devorar?


—Tengo muy mal sabor —insistió tratando de salvarse.



—Descuida, tu sabor es algo que sólo yo tendré el placer de juzgar. Ahora cerdito rechoncho preparate para ser devorado por un feroz lobo hambriento.

















•••Uchihacest•••

Los tres cerditos y el lobo feroz. (Uchihacest) By ElizabethUchiha_BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora