Pequeño aldeano pescador

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- ¿Sabes por qué razón salen armaduras al pescar en el mar?

- No... El mar oculta muchas cosas que hasta la fecha desconocemos, incluso las innumerables ruinas que hemos encontrado en el continente de hielo, no nos indican mucho al respecto, pero, seguro hay un por qué.

- Y ¿Qué hay de las estructuras de los seres humanos que acaban de encontrar en el mar? ¿Las armaduras les pertenecieron a ellos?

- Hijo, esas cosas, fueran lo que fueran, se extinguieron hace miles de años. Quizás ni existieron.

Su respuesta, no me satisfizo. Sin embargo, seguí tirando mi caña al mar esperando conseguir los 10 pescados diarios que acostumbrábamos a conseguir mi padre y yo para el resto de nuestra casa y demás aldea.

Yo no decidí ser pescador, pero normalmente, al nacer de una forma muy extraña y vivir en una aldea cercana al mar, no hay muchas opciones... Tienes que heredar el oficio de tu padre, tomar tu mesa de trabajo, la cuál, extrañamente te atrae y te obliga a ser lo que ya está decidido que seas; Así es, no hay más, aunque, debo admitir que esta vida es prácticamente perfecta, todo encaja con todo.

- Sé lo que te pasa, hijo - Dijo mi padre - estás en la corta etapa en la cuál estás conociendo el mundo, ¡literalmente apenas tienes 7 días de nacido! pero, cuando crezcas, en unos 20 días, tendrás mi misma apariencia y oficio completo y...verás lo hermoso que es el mundo. Quizás, un día de tantos este te de una sorpresa, como a Fill.

Fill era nuestro vecino, era agricultor y plantó cañas en arena que estaba flotando sobre una enorme cueva. 

Murió.

- Eso me hace sentir más que bien - le respondí - quizás así es este mundo, es nuestra naturaleza y debemos seguirla.

Ese día tuvo una conclusión normal como el de todos los demás. 

Mi aldea era pequeña, de apenas unos 34 aldeanos, sin embargo, había aldeas más grandes, de 50, 100 y hasta de 200 aldeanos. Cada una de ellas, contaba con la cantidad de golems de hierro suficientes para ayudarnos con nuestras respectivas tareas y construir nuestras casas.

- Oye tú ¡Niño! - Me llamó el jefe de la aldea - Tú y tu padre tienen que llevar el cargamento de pescados a la aldea del sur, nos hemos atrazado un poco con el cargamento y nuestros animales necesitan paja, así que será un buen intercambio, deben de salir al amanecer. Carguen desde hoy las llamas y el resto del cargamento que no quepa, lo llevará el gólem.

- ¿El gólem? - Pregunté - No tengo nada en contra de ir con mi padre, pero el gólem ya está muy viejo, sus piernas y brazos rechinan con cada paso, nos tomará dos días llegar con él.

- Bueno, es un buen punto - Respondió - pero es eso o que ustedes carguen los cofres.

Lo cierto es que el gólem, ya estaba muy viejo y a decir verdad, toda la aldea desconocía quien lo había creado, se especulaba que fue creado hace 600 generaciones. Sus ojos oxidados sabían tantas cosas que si no fuera por su boca también oxidada, diría; Sin embargo, la tarea estaba dada y como todo buen aldeano, debíamos de cumplir con nuestras tareas las cuales podían ser en nuestra misma aldea o en la de otros.

Horas antes de amanecer, el cielo temblaba y la neblina bajó sobre los enormes pinos que tenía la taiga, sabíamos bien lo que se avecinaba... Una tormenta, la cuál no tardó en soltarse. Aún así, salimos al amanecer, con nuestra pequeña manada de llamas y el gólem, el cual avanzaba lentamente detrás de nosotros cargando los cofres y empujando delicadamente a las llamas. 

Ante nosotros teníamos una enorme montaña que cruzar y los caminos que los aldeanos habían trazado, ya habían desaparecido. Por suerte, mi padre ya había hecho este viaje más de cuatro veces, así que sabía bien que caminos tomar, la diferencia, es que está vez venía el enorme gólem detrás de nosotros.

Crónicas de Minecraft: El Origen De La Maldad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora