El Final Feliz Que Nunca Llegó

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Quizá, fueron las noches grises y los cantos desesperados

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Quizá,
fueron las noches grises
y los cantos desesperados.
El mundo se volvió un sauce rosado,
y en la carretera, los amigos y el dinero,
lo creado deja de ser narcisos
y se camufla,
como un peso en la espalda.

Quizá,
fueron los lirios dando vueltas,
hasta marear los océanos.
Claveles,
explotarón la noticia.
Las anemonas de la boda,
yacen tiradas en el sótano.

Quizá,
las magnolias llegaron a una versión de sí mismos,
hasta el límite,
con un compromiso dependiente de un papel,
y se sintió como volar,
hasta que el aterrizaje rompió sus huesos.

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