| Parte Única |

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El mar de estrellas de la "Edad de Piedra" en la que vivían, podría dejar deslumbrado a cualquiera, y nuestro querido mentalista no se escapó de ésta.

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Gracias a que habían pasado miles de años de la época en la que vivían, el aire, el cielo, el ambiente y absolutamente todo lo natural, se había limpiado a sí mismo. Los factores contaminantes se habían hecho piedra, literalmente.

La humanidad había hecho que el planeta se convirtiera (por irónico que esto suene), en un lugar vacío.

Los animales, plantas, ecosistemas, paisajes y todas esas cosas que hacían lo hacían tan maravilloso, se habían ido.

Dejándolo sólo con ruidosas ciudades y con muy poca naturaleza.

Pero todo aquello había quedado atrás.

Es cierto, la petrificación había acabado con la avanzada sociedad y su tecnología; pero si lo vemos por el lado bueno, había ayudado a recuperar la naturaleza propia de la Tierra.

Un claro ejemplo era Gen.

Gen había vivido toda su vida en ciudades grandes. Llenas de luces artificiales, claxons de autos y mucho humo.

Sin poder apreciar jamás una noche de este tipo.

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Desde que despertó, a diario iba a dormir un lugar donde se pudiese apreciar el cielo y pasaba horas y horas únicamente contemplándolo.

Fijándose en cada estrella y en qué se diferenciaba de las demás.

Aunque no sabía mucho de astrología (por no decir nada), podía reconocer claramente el "Cinturón de Orión". Se preguntaba cada noche el por qué de su nombre y el de otras constelaciones.

Le fascinaba ver cada mísero punto en el cielo, pues creía que todos y cada uno, eran especiales.

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Ya estando del lado del Reino Científico, seguía haciendo lo mismo.

Noche tras noche, se escabullía sin que nadie lo notase a un claro.

Pero el plan no le era suficientemente funcional. Gracias a que la "leona" desconfiaba de él, creyendo que en cualquier momento los iba a traicionar, se dio cuenta de sus misteriosos movimientos y decidió seguirlo.

El verlo sin hacer absolutamente nada más que ver el cielo y reírse fue aún más sospechoso, por lo que decidió decirle a la única persona que creía que quizá entendería.

Senku.

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¿Era lógico verdad? Los dos venían de la misma época y además por lo poco que había visto, se entendían fácilmente.

Kohaku podía ver que había algo especial entre ellos, pero no podía saber con exactitud qué era.

Jamás lo relacionaría con "amor romántico". Las parejas tenían como objetivo tener hijos y lo único que tenía claro era que dos chicos no podían.

Tontos pensamientos anticuados de gente anticuada.

Pero en algo sí tenía razón.

Al escuchar de lo raro que se comportaba Gen por parte de Kohaku, Senku sólo rió suavemente.

La mirada de Senku, que en un principio era desinteresada, tuvo un brillo singular del que se percató Kohaku.

—Oh leona, no te preocupes por él, yo me encargo. Lo único que tienes que hacer es, decirme la ubicación exacta a donde va el mentalista.

Sonrió, pero no era una de esas sonrisas malévolas que ponía. Era una sonrisa relajada.

Kohaku estaba tranquila, sabía que Senku arreglaría el problema y la ponía de buen humor ver al científico sonreír así.

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Llegó la noche

Gen se echó en el piso con los brazos y piernas estirados.

Normalmente sólo se sentaría pero, había sido un largo día y así podía descansar.

Escuchó unos sigilosos pasos, pero estaba muy cansado así que no le tomó importancia.

—Así que es aquí donde te escondes para no trabajar, ¿eh?

Gen se sorprendió.

"Tenías que ser tú", pensó.

Senku estaba parado detrás de la cabeza de Gen mirándolo a los ojos.

El mentalista sonrió, estaba algo somnoliento.

—Me parece que las horas de explotación laboral, acabaron ya ─Senku río─.

Entre los dos a veces bromeaban con que ya estaría en la cárcel por explotar a sus trabajadores si estuviesen en la época en la que anteriormente vivían.

Se sentó a su lado y el mentalista imitó su acción.

—Es realmente hermoso.

El científico mirando de reojo a Gen, asintió.

—¿Sabes cómo se llama aquella constelación? ─preguntó Senku─

Gen negó, el menor mencionó el nombre, preguntó porqué y Senku se lo explicó.

Le contó sobre su historia y las leyendas que habían detrás de esta.

Y así pasaron la noche, Senku hablándole sobre las estrellas y Gen escuchándolo con atención.

Senku era un gran fanático de estas, la pasión y emoción con la que le hablaba emocionaba al mentalista también.

Algo que se repetiría en otra ocasión y quizá hasta se les haría rutina.

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Gen volvió al anochecer, pero esta vez era diferente.

La noche anterior se habían quedado hasta muy tarde hablando y Senku le dijo que debían de ir a dormir pero que el día siguiente seguirían la conversación.

Así que Gen no podía de lo emocionado que estaba. Quería dar saltitos pero el científico vendría en cualquier momento así que guardó la calma.

Pasos se escucharon y Gen sonriendo volteó.

Sus miradas chocaron y sin decir nada, Senku se sentó una vez más a su lado.













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Un claro es algo así como una parte del bosque donde no hay nada de árboles.

Muchas gracias por leer esto, espero que les haya gustado, bai

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ɴᴏᴄʜᴇ ᴇꜱᴛʀᴇʟʟᴀᴅᴀ | ꜱᴇɴɢᴇɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora