Dos cuñadas y una cama P.1

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-Es que no hay quien duerma, ronca cómo un condenado.

-A mí también me despertó. ¿Siempre ronca así de fuerte?

-No, ronca así después de emborracharse.

Rita y Rosa eran dos cuñadas veinteañeras. Rita era pelirroja, con el cabello largo, tetas medianas, ojos azules, anchas caderas, cintura normal y buen culo. Rosa era morena, delgada, los ojos marrones, tenía las tetas pequeñas, la cintura fina, caderas normales y culo redondo. En camisón tomaban un vaso de leche en la cocina de la casa de la primera. Rosa le dijo a Rita:

-Si quieres puedes dormir conmigo.

-No sería mala idea, así no me ronca al oído.

Había sido la fiesta del pueblo y Rosa comiera y cenara con su cuñada y su cuñado, ya que su marido se fuera a trabajar a Alemania. Al terminar el vaso de leche se fueron para cama, y allí con los ronquidos de fondo le preguntó Rita:

-¿Echas mucho de menos a mi hermano?

-Ni te puedes imaginar cuanto.

Rita le tocó el coño levemente, y riendo, le dijo:

-¿No será esta la que lo echa de menos?

-¡No me toques ahí, Rita, no me toques ahí que me pierdo!

En broma, le volvió a tocar. Rosa se dio la vuelta y le plantó un beso en la boca a su cuñada.

-¡Qué haces!

Rosa, avergonzada, le dijo:

-Perdona, es que estoy muy necesitada.

Rita estaba escandalizada.

-¡¿Lo harías con una mujer?!

-Ya lo hice de soltera.

-¡¿Te comió el coño a una mujer?!

-¡Y qué rico se sentía!

-¡Qué asco!

-A mí me gustó.

-¿Qué te gustó?

-Sentir su lengua dentro de mi boca, sentirla lamiendo mis tetas, lamiendo mi coño mojado. Me gustó sentir cómo se deslizaba por mi coño y lamía mi clítoris...

-Eras una pervertida

-Si crees eso es porque no has vivido.

Se pusieron espalda con espalda y trataron de dormir. No iban a poder, los ronquidos y los malos pensamientos no las dejaban. Rosa le dijo a su cuñada:

-Rita.

-Sí.

-¿Me dejas que te la coma?

-Duerme y deja dormir.

-Tengo ganas de correrme.

-Haz un dedo.

-Me correría mejor si al hacerlo te como el coño.

-No insistas

-¿Puedo tocarte las tetas?

-No.

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