Me despierto y siento cada centímetro de su cuerpo pegado al mío. El calor que desprende se mete en mis poros y me transmite una sensación de paz de lo más placentera. Hacía mucho tiempo que no dormía tan bien y, menos aún, abrazada a otra persona. Siempre me ha costado mucho acostumbrarme a dormir con alguien, sin contar a Pep, mi osito de peluche que duerme conmigo desde que tengo uso de razón. Con él es con el único que puedo descansar todas las noches plácidamente. Incluso viviendo con Max, por mucho que comenzáramos la noche abrazados, amanecíamos cada uno en una punta de la cama, nos resultaba incómodo mantener la misma postura durante muchas horas. Con Flavio no ha sido así. Me dormí con su pecho pegado a mí espalda, su mano en mi cintura desnuda y sus piernas encajadas en las mías, los dos perfectamente acoplados y así me acabo de despertar. Además, creo que hemos dormido bastante porque entra la luz del mediodía por las rendijas de la persiana de mi habitación. Después de lo agotados que terminamos anoche, no es para menos. Intento darme la vuelta sin despertarlo, pero cuando me giro, veo sus ojos ligeramente abiertos. Me mira sonriente y acerca sus labios a los míos, sin importarle que ninguno de los dos se haya lavado los dientes aún. El beso, que al principio me resulta dulce y recatado, se va volviendo cada vez más profundo y ardiente. Su cuerpo comienza a reaccionar fruto de los numerosos estímulos que ambos estamos recibiendo y una de sus manos va directa a mi trasero, agarrándolo con fuerza y acercando sin piedad su pelvis a la mía, para que sienta la respuesta que está teniendo a nuestros apasionados besos. Mi cuerpo comienza a sentir como mis terminaciones nerviosas se están alterando y emiten señales de placer, que no pueden evitar traducirse en los gemidos que salen de mi boca y quedan ahogados en la suya, lo que provoca que él agarre mi culo aún con más fuerza y se le escape incluso algún cachete suave en mis nalgas. Cuando ya no aguanto más, decido tomar la iniciativa, cojo un preservativo de mi mesilla, se lo pongo y me siento a horcajadas encima de él, que se deja llevar por la situación, acompasando sus movimientos de cadera con los míos y disfrutando del momento hasta que ambos alcanzamos el clímax.
- Quiero que me despiertes así todos los días. - me dice acercando sus labios a los míos y besándome suavemente cuando me coloco otra vez estirada entre sus brazos.
Le sonrío, la verdad es que no sé ni qué contestar. Los dos sabemos perfectamente que eso no va ocurrir, que esto es un pequeño desliz en nuestras vidas. Pero hoy no estoy dispuesta a renunciar a nada. Voy a olvidarme de lo que somos en realidad y a saborear cada uno de los pequeños momentos que me tenga reservado el día de hoy.
- Creo que te has ganado que te prepare el desayuno. Vamos a ver qué tenéis en la cocina mis dos profes favoritas de La Academia. Bueno, Maialen un poco más, que a ti casi ni te he tenido aún, no te voy a mentir. - me dice divertido mientras se levanta de mi cama completamente desnudo.
Ambos rebuscamos entre las sábanas y el suelo de mi habitación nuestra ropa interior y las camisetas que llevábamos anoche. Antes de ir a la cocina, pasamos por el cuarto de baño, le doy un cepillo de dientes del pack que compré el otro día y le ofrezco un poco de pasta dentífrica.
- Este ya lo guardas para mí. - me dice con una sonrisa juguetona en su cara.
Sé que es un comentario sin más, simplemente para hacerme sonreir. Pero cuando lo dice, no puedo evitar ponerme nerviosa al pensar que haya un poco de verdad en sus insinuaciones.
Cuando acabamos de asearnos nos dirigimos a la cocina. Yo me quedo en la puerta, total, dentro no cabemos los dos y tampoco es que yo puedo aportar mucho a la preparación del desayuno, aparte de indicarle dónde están las cosas.
- Vamos a ver que tenéis por aquí. Harina, azúcar, levadura, Nutella. Creo que ya sé que voy a preparar. ¿Tenéis huevos, leche y mantequilla?
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¿Y ahora qué?
FanfictionLa vida de Samantha ha dado un giro de 360 grados en las últimas semanas. Se va a mudar a Barcelona para iniciar su carrera musical y trabajar como profesora en La Academia, un centro de alto rendimiento para futuras estrellas de la música española...