Capítulo 1

30 2 0
                                    

LISA POV

Mi primer año en la secundaria, y da la casualidad que mis compañeros son bastante amistosos, aunque extrañamente al despertar, amanecí con un leve dolor de cabeza, y algo de fiebre.

Mamá dijo que no debería venir, pero aquí estoy sintiéndome mucho mejor y riendo de los chistes de Jisoo una compañera con quien es bastante fácil reír, especialmente ahora en clase de historia.

-...Y de pronto, la fresa le dijo al jalapeño: "la tuya en vinagre"- 

-...-

-...-

Traté de evitarlo, pero es que no pude, sentí mis labios temblar ligeramente y mis mejillas cosquillar, hasta que solté una risa extremadamente fuerte.

-Eres una mensa, oh por dios, es el peor chiste del mundo Jisoo- continué riendo hasta que todo se hizo silencio, me encogí en mi asiento al ver al profesor mirar a nuestra dirección, me lleva la ching... 

-¿Qué es tan divertido? me encantaría escuchar el chiste señorita Manoban- Habló rebosando sarcasmo, pero extrañamente no estaba molesto.

-Es que...- Vamos lisa, piensa imbécil- Había una vaca que... que entró... no, emm- coño, soy horrible contando chistes - una vez un perro, se llamaba pegamento y se pegó, cuando cayó, no. Emmm...- 

-Señorita Manoban- Me interrumpió seriamente- Así no va el chiste- Escuché su risa, ese hombre se estaba burlando de mi, me sentí tan torpe, pero al menos no me regañó- como les decía, quiero que lean el capitulo 1 y 2 del libro, mañana compartiremos ideas, hasta luego- Seguidamente el timbre sonó, marcando así el final de la última clase, qué puntual es el señor Kim.

- Eso fue por escandalosa- Comentó Jisoo riendo mientras esperaba a que empacara mis cosas para salir del salón como los otros alumnos. 

- Eso fue por salvar tu trasero- Dije un poco divertida, la verdad es que estoy muy feliz pero aún duele la cabeza.

-Oye, ¿Está todo bien?, te noto algo cansada- 

-Sí, sólo no me siento muy bien, me iré a casa, gracias por preocuparte- No esperé respuesta y comencé a caminar a la salida donde se encontraba mi bicicleta.

Camino a mi casa me sentí bastante mal por lo que decidí detenerme un momento en un puesto de comida. Quería comprar algo de agua, creo que pudo haber sido debido al calor, realmente estoy pensando llamar a mi mamá a que venga a recogerme. 

Al entrar divisé una maquina de refrescos, debí verme mal porque una señorita se acercó, aunque no dijo nada, pagué por mi botella de agua, y el pasar a su lado aún me miraba.

-Buenas tardes- dije al notar que no iba a hablar si no lo hacía.

-Oh cielo, ¿Estás bien?, no te ofendas, pero te notas un poco pálida- Iba a tomar mi temperatura con su mano y la detuve, nadie puede tocar mi flequillo- Oh, lo siento- Dijo avergonzada

-Yo estoy bien, gracias- No me había dado cuenta hasta que me escuché hablar- Creo que un congee no me vendría mal- Traté de bromear un poco. Me sonrió.

- Claro que sí cielo, ven aquí, ya mismo te lo traigo- Dicho esto se retiró.

Me quedé un momento ahí viendo detenidamente el lugar, era bonito, un poco bastante elegante, pero extrañamente sin perder esa vibra hogareña, simplemente perfecto, quizá venga más seguido.

- Mamá dice que no te sientes bien y yo...- Ahí dejé de escuchar.

Frente a mi había un ángel, estaré soñando porque no es normal alguien con tan bonita cara, sus ojos eran de alguna manera inocentes pero a su vez tímidos, sus mejillas levemente sonrojadas, me pregunto porqué, ¿Habré sido yo y mi belleza?, reí ante lo estúpido que suena eso, de pronto su mirada se volvió confusa, ptm suelo ser muy expresiva, será que está así porque sabe que no le estoy prestando atención, o porque quizá piense que soy una loca que se ríe de nada, maldita sea ahora qué hago, y si...

-Hey, ¿Estás bien? - cuando sentí su tacto en mis mejillas, sentí la sangre subir a mi cara -Oh por dios, tendrás fiebre, déjame ver- no estaba consiente de lo que estaba pasando hasta que sentí como su tacto llegaba directo a mi frente, sus manos estaban muy heladas.

- Mmm hh o la- demonios mi voz, parezco lolita ayala, aunque no me sentía mejor, empecé a ver borroso, sentía su cercanía pero no podía disfrutarlo- yo, no me siento bien- Y todo se volvió negro.

...

Omnisciente 

Luego de unos largos minutos, la rubia parece abrir los ojos, comienza a despertar notando que no está en el restaurante. Preocupada comienza a buscar con la mirada si es que se encuentra su teléfono cerca, cuando su mirada se detiene en unos ojos que al verla se abren ligeramente. 

-Ya despertaste, yo, te traje aquí después de desmayarte, nos diste un susto eh- habló la castaña buscando esconder el rostro, la mirada de la chica delante, sus ojos de aquella rubia siendo verdaderamente intimidantes.

- Muchas gracias - Habló la rubia aún bastante sorprendida, no tenía dudas, esa señorita frente a ella, definitivamente era un ángel. Aunque no dejó de ver a la mayor con cierta inquietud.

- No es gran cosa - La castaña desviando sus ojos al piso tímidamente.

La puerta se abrió dejando ver a una Manoban realmente preocupada, que al ver a la rubia despierta, no dudó en ir a su lado y tomar sus manos.

-Mamá, ¿Cómo sabías que estaba aquí? - Dijo la rubia verdaderamente intrigada pero de vez en cuando tratando de ver el rostro de su ángel, que al parecer se había alejado un poco para dar privacidad.

- No lo sabía, ya había pasado mucho tiempo y no llegabas a casa, me preocupé y llamé, por suerte Jennie contestó y me explicó lo sucedido- 

-Oh- Se limitó a decir la rubia, ahora viendo directamente a la castaña que se encontraba tímida aún mirando el suelo- Gracias Jennie - La rubia miró con admiración, aquella jovencita realmente era un regalo del cielo, aún con su mirada en el suelo, pudo notar sus mejillas ligeramente carmesí, lo que a los ojos de la menor, la hacían ver tierna- Me llamo Lalisa, pero tu puedes decirme Lisa- sonrió.

La madre al ver la interacción, prefirió mirar con cuidado, aquellas miradas eran bastante sospechosas y de pronto hubo un aura que invadió el ambiente, no de manera incomoda, de echo, era muy agradable observar sus miradas, habría algo ahí, estaba segura, su pequeña no es tan pequeña.

Seguido de ese momento, la señora Manoban ayudó a su hija con su bulto de la escuela, lo llevó a su auto, seguida de la menor y detrás de ellas dos castañas parecidas. 

-Yo creo que mejor mañana pasan por la bicicleta, no tengo problema con tenerla aquí, Jennie puede llevarla luego, ¿Verdad cielo?- La mencionada miró a su madre y asintió a las mujeres frente a ella. 

-Eso es muy generoso Jennie, pero no quiero causar molestias, mañana mismo vendré personalmente- Habló la señora Manoban mirado a ambas castañas.

-De nuevo gracias, no tengo cómo pagar su hospitalidad- Dijo la rubia con una reverencia.

-Fue un placer cielo, cuídate mucho, siempre puedes regresar, eres bienvenida- Se despidió la señora Kim para luego entrar a su restaurante.

La señora Manoban se despidió de la castaña y subió al carro, dejando a su hija con aquella chica de ojos bonitos. La rubia miró al suelo y tocando su propio brazo, dijo.

-Yo debo irme, de nuevo, muchas gracias señorita Kim- Con una reverencia encamino el paso al auto pero se detuvo a escuchar su voz.

-Dime Jennie- 



















.

Si fueras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora