Blanco Amanecer

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Era ya 22 de diciembre, navidad se acercaba a pasos agigantados... La luz del sol brillaba en su máximo esplendor dando los buenos días a los habitantes de Mobius.

Un manto blanco cubría las calles y las veredas, el sol las hacia ver como un paisaje irreal, el brillo que emanaba junto al Rocío de una noche lluviosa era espectacular, los niños eran los más entusiasmados, no por nada la nieve era el mejor entretenimiento, las peleas con bolas de nieves o la competencia de hacer el muñeco de nieve más grande eran su pasatiempo en estas fechas.

Aún acurrucado en su cama, Miles tails Prower despertaba por el molesto brillo del sol que se colaba por las cortinas, se sentó en la cama bostezando y estirándose, tratando de quitarse el sueño que le invadía.

Una mano se envolvió alrededor de su cintura y le hizo regresar a la cama, al inicio se sorprendió porque aún seguía adormecido, pero reconoció esas esmeraldas que lo miraban fijamente.

-es muy temprano para levantarnos aún... Quédate conmigo- susurró mordiendo juguetona mente una oreja de su zorro.

-buenos días Sonic, no podemos seguir en la cama, quedamos en que comenzaríamos a adornar la casa ya que cierto erizo le daba pereza ir al desván a sacar los adornos y el árbol- se quejó tratando de parar los besos que le daba.

-noooo, aún no me quiero levantar y hace mucho frío- se quejó envolviendo a los dos con las mantas.

-eso sí que no señor egocéntrico... ¡Arriba! Hay mucho que hacer- ordenó mientras salía de un salto y se dirigía al baño a asearse.

-hmp, debí dejar todo en casa de Amy, nos ahorraríamos de decorar- murmuró saliendo de la cama y arreglando las sábanas mientras bostezaba.

-¡Te oí!- se escuchó desde el baño mientras el cobalto reía.

Una vez terminado sus quehaceres, juntos bajaron a la cocina y comenzaron a preparar el desayuno, se había echo costumbre para ellos.

De por sí siempre han convivido juntos, eran mejores amigos y hermanos de afecto pero quién siempre se encargaba del hogar era tails ya que cierto erizo azul estaba de aventura en aventura.

Cuando Sonic declaró sus verdaderos sentimientos hacia tails, la convivencia se volvió un poco tensa, era un nuevo nivel de cercanía, ambos se querían y se amaban, juraban que lo hacían desde pequeños pero a esa edad era poco creible.

Sonic aprendió a hacer las cosas del hogar, comenzó a dedicar su tiempo no solo en tails, sino también en ayudarlo en casa ya que ambos vivían bajo el mismo techo, lo que al inicio lo veía como obligación (ya que estaba acostumbrado a no hacer nada más que luchar) poco a poco vió el lado divertido de compartir las tareas con su zorro.

Aprendió también a cocinar y aunque al inicio ambos se reían de los intentos fallidos del cobalto, tails se sorprendió al ver que Sonic se volvió un gran cocinero.

Una vez listo el desayuno se sentaron a comer juntos mientras conversaban de cosas triviales...

-oye Sonic, ¿quieres sacar la nieve de la entrada o prefieres ir adornando la sala?- preguntó mientras degustaba los waffles que su pareja le cocinó.

-mmm... Me voy por decorar adentro, odio la nieve, no tengo tanto pelaje que me pueda cubrir- se lamentó mirando por la ventana la nieve que cubría las calles.

-jejeje cierto, no tienes pelaje en tu pecho como silver o shadow- se burló sin querer.

-¿acaso intentas decir que te gusta el pelaje de esos?- preguntó algo celoso mirándolo con un tic en uno de sus ojos.

Nuestra Primera NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora