Una Buena Venta.

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Yun tomó sus zapatillas, amarrado sus agujetas y tirandolas hacía el cable de luz que se encontraba en el cielo, yendo de lado a lado gracias a los postes de madera

—Vamo', Gu'tabo.

Le gritó con su clásico acento a su novio rubio, éste sonrió y de igual manera hizo lo mismo.
Una alarma de policía comenzó a sonar en el lugar, Kalahari y Conway se miraron asustados, por las sirenas trataron de huir lo más rápido posible, corriendo con todas sus fuerzas, pero les alcanzaron.

— ¡Coño, no' atlapalon lo' picoleto'!

Gritó, asustado; Gustabo simplemente se puso de espaldas antes de escuchar la voz de, seguramente, su padre.

No estaba equivocado.

— Así me gusta nenas, bien pegaditas a la pared.

Pronunció una voz gruesa, apuntando con la linterna a los muchachos atrapados.

— ¿Qué hacían muñequitas? ¿Acaso planeaban tirar los zapatos y luego irse a pajearse juntitas como noviesitas?

Cuestionó, acercándose hacia los chicos y admirandolos bien.

— ¿Gustabin?

Preguntó, acercándose al rubio y verificando que era su hijo, suspiró y volteó a ver al otro hombre: era el novio de su hijo; y recordando las palabras que había dicho antes, le dio asco y un leve enojo, necesitaba alejar a su pequeño hijo de ese bandalo.

— Escucha, gilipollas.

Se dirigió al pelirrojo bajito, haciendo que él dé un pequeño saltito de la sorpresa

— Digame, señol

— Tú me vas a llamar señor Dios, capullin. Escuchame bien, han llamado porque han visto unas zapatillas colgadas en los cables y sintieron terror, así que las nenas reportaron

Antes de que el Conway mayor pudiera seguir reclamando, el rubio le interrumpió

— Papu, ¿Usted sabe qué significan las zapatillas colgadas?

— Obvio que sí Gustabin, no seas gilipollas

Le gruñó furioso, viendo como su hijo sacaba el celular, tecleando y enseñandole el contenido

Le gruñó furioso, viendo como su hijo sacaba el celular, tecleando y enseñandole el contenido

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Al leerlo automáticamente se puso rojo.

De ira.

Miraba a Gustabo, después a su novio y frunciendo el ceño se acercó a él, tomándole de la camiseta y levantandole un poco del suelo.

— Escuchame bien pedazo de mongolo, en el momento en que tu diminuto cerebro piense, analice y salga un: “¡Oh! Esa tía se ve más hermosa que mi prometido” juro que yo mismo me aseguraré que dejes de respirar, pequeña mierda

Le soltó, echando por último una mirada a su hijo para después apartarse y yendo hacía su patrulla tranquilamente, arrancando y desapareciendo en la oscuridad de la noche
El asiático suspiro, haciendo que su nerviosismo automáticamente saliera de su organismo y volteara a ver al ser amado.

— ¿Qué coño le dijilte'?

Preguntó confundido, ¿Había escuchado “prometido”?.
Gustabo simplemente sonrió, sacando droga de sus bolsillos y dandosela al pelirrojo.

— Una gilipolles del tamaño de una casa, ¿A quién coño le importa?

Le dijo, sonriendo y tomando de la mano del más bajo.
Esta noche harían una buena venta, sin que la policía sospeche ni un poco...

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