El Joven Príncipe
Wei Wuxian era brillante, sin duda, y sin duda un alborotador. Lo que los rumores no decían era que era tan bello como la luz del atardecer cuando convertía el mundo en oro, que su risa era tan alegre que podía calentar el corazón más frío, que su sonrisa era tan encantadora que los propios dioses se peleaban por la o...