Las palabras no son indispensables
Cállate y sólo siente.
Dios tenía que darle fuerzas, no podía abandonarla. Si todo era una prueba, entonces tendría que ayudarla ¿verdad? Porque definitivamente no era justo para ella el tener que resistir la tentación viviente de cabellos rubios y piel bronceada, de anchos hombros y labios deliciosos, de ojos picaros y sonrisa brillante. N...
—Yo creo —habló firmemente, con voz pausada y tono tranquilo. Notó curioso que ella se aferraba insistentemente a su prenda, y arqueó ligeramente la ceja derecha, manteniendo la expresión amable—que entraste en la habitación del Uchiha equivocado.