Que Dios nos pille confesados
Está bien entrar en el coro de la iglesia cuando tienes doce años. Y vale, incluso está bien continuar en él con dieciséis. Con veinte, que te pongan de maestro de canto religioso es hasta aceptable. A no ser que tengas vigilándote a un cura homófobo y que tu madre, también homófoba, bendiga la mesa cada noche d...