La invasora
Oliver Doyle le tenía terror a las chicas. Y era un terror bien infundado. Es decir, ellas sólo cambiaban de humor de repente y se molestaban cuando dejaba la ropa interior tirada en la sala. Podía haber tenido citas y quizá una que otra novia, pero de ahí a aceptar que su compañero de piso fuese una chica... había un...