Eterno Amante ©
Su dedo pálido recorría fascinado la zona donde la carótida bombeaba sangre fresca que imaginaba sabía como los añejos y finos vinos franceses que bebía cada cierto tiempo. La mano contraria se posó sobre aquel pecho juvenil palpando los rítmicos latidos que eran música para sus oídos ya hartos de oír la misma letanía...