Hombres del 1830
Ondeaba en el aire mi vestido de seda azul, brillantes faros de un auto es lo ultimo que recuerdo, antes de la plácida ingravidez, el aire frío nocturno, el cielo oscuro y sereno, bocinas que sonaban lejanas, me sentía tan liviana, tan pausada, que solo me dejé caer hasta que ya no hubo sensación alguna. Pensar que du...