Yo no creía en el amor, no sabía lo que era despertar con una sonrisa cada día, sabiendo que había alguien que iba a estar ahí pasase lo que pasase. Hasta que le conocí a él. Ese chico de ojos azules y pelo suave como el algodón me robó el corazón, como nunca nadie lo había hecho jamás. Pero fuí tan estúpido de no demostrárselo a tiempo. - Te echo de menos dulce criatura, ojalá volvieras.