Uno, Dos, Tres...Ochenta y cinco, ochenta y seis...
Nombro los números tibiamente en mi cabeza esperando que la respiración se me normalice.
Ochenta y nueve, noventa...
Los azulejos del baño donde estoy apoyada están mucho mas fríos que de costumbre y el ambiente huele a moneda de plata, un aroma dulce, podrido y dulce. Sangre. Demonios, me fascina. Antes no me hubiera gustado, de hecho me hubiera causado nauseas, pero las cosas cambiaron. Ahora soy una bestia. El hambre de sangre humana corre por mis venas como una sobredosis de adrenalina, y me encanta.All Rights Reserved