- Relojes. - Va. - ... - Te estamos esperando, tío. - Vale, ya voy. Que estaba mirando un escaparate. - ¿Ropa? - Libros. - ¿Qué dices, tío? Vamos bajando a la playa, ¿va? Pero uno de los libros ya abría sus alas y le asombraba con sus plumas blancas de grises rayas. Se subió a su lomo blanco, y voló, y veía la ciudad como desde otros sitios. Y pasó junto a sus amigos, pero ellos no le vieron. Un niño pequeño sopló una trompeta roja de feria.
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