Siempre me pregunté por qué era la única que tenía una gema incrustada en su cuerpo, en la frente para ser más precisa. -Eres una orferina como yo -dijo Elektra cuando la conocí. Las gemas concedían poderes elementales, pero la mía aún no estaba desarrollada. Elektra me convenció de volver a Bijoutier con ella. En Bijoutier descubrí que era una princesa del reino Aricuos, la yeminesa, que se pensaba estaba muerta. La Keratione, es decir, mi madre biológica me recibió con los brazos abiertos como lo haría cualquier madre cariñosa. Sin embargo, un suceso en el castillo me obligó a huir. Y ahora me encuentro en una especie de aventura con cuatro plebeyos hacia la isla del Pozo de la Perdición. Un amatista, una esmeraldita, una turquesina y un zafirito.