Un hombre que conoce historias, guarda secretos y los intríngulis de los poderosos en su pueblo, es llamado para direccionar y hacer parte del cambiante como sórdido epílogo; luego define y decide sin ser el gobernante, tampoco el leguleyo capataz. Es un soñador impulsivo, tal vez egoísta, oportunista y muy persuasivo. Esta historia es oscura, densa y utópica, está motivada por compensaciones, teñida de riqueza y pobreza. Un relato que se mese entre encrucijadas, ausencias y anhelos.