Aquel acorde hizo vibrar el aire polvoriento y el tímpano de los dos. Allí surge... nuestra música. La voz de Mafuyu penetra hasta lo más profundo para quedarse allí. Es un arma peligrosa, es una locura. Tanto la guitarra que tanto amaba, como el basket que tanto le divertía, ya perdieron su encanto en la vida monótona de Uenoyama. Hasta que un día, se encuentra con Mafuyu. Un muchacho tímido, con una vieja guitarra en sus brazos. Uenoyama se sentía ahogado por el incansable Mafuyu, que se encariñó con él desde que le afinó las cuerdas de su guitarra. Pero lo oyó cantar... y su voz penetró hasta lo más hondo de su ser.