Emily Brown creía que tenía todo bajo control en su vida, hasta que llegó el momento de irse a la universidad.
Era una buena estudiante, buena hija, buena hermana y buena amiga, cumplía cada meta que se proponía y era feliz con su novio Nathan, inclusive el día de mudanza, en donde Harvard la esperaba y no podía estar más emocionada al respecto.
Hasta que el maestro de su primera clase en la facultad resultó ser el mejor amigo de su hermano mayor.
Y no era tan solo el mejor amigo de su hermano...
Noah Miller había sido su adicción desde que lo vio por primera vez en la graduación de la universidad, la manera en que sostuvo su mano y la preciosa sonrisa del castaño la envió a otra galaxia de la que nunca pudo volver a bajar, sin embargo, jamás volvió a verlo.
Dos años habían pasado desde la última vez que había tenido el agrado de verlo y Emily podía asegurar que estaba aún más guapo, la manera en que su mandíbula sobresalía y como sus ojos la estudiaban la enloquecían.
¿Podría llegar a crearse un romance entre ellos, tal como ella lo soñaba desde los dieciséis años?
Porque si algo estaba claro era lo adictivo que era Noah para ella, pensar en él era tan natural como respirar y era algo que no podía evitar hacer cada mañana al despertar en su apartamento cercano a la universidad. Por otro lado, también tenía claro que no quería alejarse de ese sentimiento tan poderoso como es la adicción por alguien.
¿Qué podría salir mal? Harvard tenía el poder de ser una de las universidades más prestigiosas y muchas cosas buenas podrían salir de allí.
¿Podría ser una de ellas una relación entre Emily y el apuesto mejor amigo de su hermano?
Te invito a descubrirlo en esta historia que te hará reír, suspirar y soñar con un amor tan profundo que te hará desear conocer el infierno junto a ellos.
Y recuerda, de una adicción no es fácil escapar.
#2 en prohíbido. (24/01/2021)
#1 en completa. (19/02/2021)
#1 e
Aaron Foster nunca supo en qué momento las cosas cambiaron con ella. Empezó siendo solo un juego para él, besos, toqueteos y pura diversión, nada más.
Enamorarla y romperle el corazón, en realidad, le traía sin cuidado.
¿Qué iba a importarle aquella chica cuando tenía a muchas esperando detrás de ella?
Así que no, lo que a Amber pudiera sucederle no le importaba en lo más mínimo mientras le diera lo que él quería.
O al menos así debió ser.
Porque no se suponía que las cosas entre ellos terminaran tan mal. Tampoco se suponía que sería ella quien acabaría con aquella relación cada vez más enfermiza. Y es que jamás pensó que él, Aaron Foster, perdería en su propio juego.
Se había enamorado de Amber y ya no había vuelta atrás, no ahora que, al parecer, la había perdido para siempre.
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