En su mundo, una de las principales y más importantes cualidades, era tener un buen olfato. Erick había nacido sin la posibilidad de disfrutar de ese beneficio y era blanco de burlas en algunos momentos debido a esto. La realidad era que no le importaba mucho, era un omega bastante peculiar y no era fanático de encontrar a su "predestinado", mucho menos sabiendo que no lo reconocería ni aunque lo tuviera encima. Con esa idea creció y se convirtió en un hermoso ejemplar, ojos verdes, cuerpo delgado y atractivo, todo alfa quería cortejarlo pero él...él no quería a ninguno. Escudándose en su incapacidad para captar un aroma que lo envolviera...disfrutó de su soledad y creyó que viviría eternamente libre...hasta un día. Joel Pimentel había llegado a esa ciudad solo para acabar con la paz.
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