Hay un momento en el que las palabras se aglomeran; pletóricas y palpitantes se agitan convulsivamente como un grupo de abejas presas de una serena ansiedad; pululan dentro de mi cabeza. Entonces parecen querer manifestarsen; querer ser escuchadas; parecen querer salir y expresarsen, grandilocuentes y sutiles corren con premura por entre mis venas; raudas e impetuosas viajan por mis brazos, es entonces cuando debo de desempuñar mis manos para dejarlas salir. El bolígrafo es el vivaz canal de salida. Nacen los versos y el pesado fardo de súbito cae desde mis hombros.
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