─¡Mei ya basta! ¡Deja de ser tan molesta! ─despertó el rubio malhumorado de su sueño. ─¡Den! No le hables así a tu hermana, la has hecho llorar. Ya Mey no llores. La señora Kaminari había desabrochado su cinturón para agarrar a la más pequeña tratando de que se calmara mientras tanto su esposo intentaba que la menor dejara de patear la parte de atrás de su asiento. Denki solo rodó los ojos y se colocó de nuevo sus auriculares pero cuando dirigió su vista al frente gritó: ─¡PAPÁ UN AUTO!. Eso fue lo último que escucho la familia Kaminari antes de que todo comenzara a ir de mal a peor.