Vender su cuerpo era el único sustento que tenía para poder vivir la vida llena de lujos, sacar a sus hijos de la pobreza y aguantar los duros golpes que la vida se ha empeñado a someterla. Lauren era una mujer que era capaz de morir en nombre de sus ángeles, sin importar contra qué o quién decida destruirla. Pero lo que ella jamás se esperó, era que su hija mayor estaría en aquella habitación esperando por su compañía.