En las tinieblas de la noche acechan las bestias. Sus colmillos afilados reflejan la poca luz de la luna que logra llegar a las calles desiertas. Sus víctimas, humanos desechables, son reducidas a simples bultos pálidos y vacíos, sin rastros del líquido carmesí que una vez recorrió sus venas, ahora secas. 🩸🩸🩸 Peggy se convence de que es una buena idea descargarse esa app para citas de la que todos hablaban. Se reprende con que ya es momento de dejar el pasado atrás y avanzar hacia adelante, de continuar su vida y dejar de revolcarse en el sofá de su casa lamentándose por una relación que, desde el principio, todos le habían dicho que no iba a funcionar. Una vez en el lugar de encuentro está más que decepcionada. Su acompañante, con una belleza de otro mundo, pero tan aburrido como una piedra, parece estar más interesado en cualquier cosa que pase a su alrededor que en ella. En cuanto decide que es mejor irse y enterrar esa mala experiencia, el pasado entra por la puerta y la razón sale por la ventana. Un beso robado, una gota de sangre y el infierno se desata. Las criaturas de sus libros favoritos existen, y están de caza.