Hannah Foden tenía tres cosas muy en claro. La primera era que ella por más que pase el tiempo, siempre odiaria a la madre de su sobrino Ronnie, no entendía como aquella mujer, a la cual no mencionaria porque no valía la pena, podía abandonar a un ser tan dulce y lindo como Ronnie. La segunda era que ella era una City girl, amaba al Manchester City y ni en sus sueños más raros podría usar o tocar una camiseta del United. Y la tercera y última, era que jamás, y repito jamás, podría salir con un futbolista. No la mal entiendan, su hermano era uno, ella sabía como funcionaba todo eso, y si bien ya al ser hermana de Phil Foden la ponía en el ojo publico, no se comparaba con la exposición, y por demás odio, que le llegaba a las parejas de los futbolistas. Ella no tenía tiempo ni ganas de pasar por eso, estaba muy ocupada rindiendo su último año de psicología y cuidando de su sobrino como para tener que pasar por todo ese odio. Y eso era algo lo cual Lisandro Martínez estaba dispuesto a cambiar. El primer superclásico que jugó contra el City lo recuerda a la perfección, no recuerda como salieron, no recuerda como jugó él, más recuerda cada momento en que aquella rubia pasó por su campo de visión. Usando aquella camiseta celeste que representaba al City, con aquel niño en brazos, la chica le parecía por demás hermosa. Luego de haber terminado su relación de años con su ex novia y mudarse a Manchester para jugar con el United, la ciudad le parecía más fría y desolada de lo que de por sí era. Más al empezar a tener interés en aquella chica cambió algunas cosas.