Charlotte solo ansiaba una cosa en la vida. Algo por lo que había luchado desde pequeña y que el virus le arrebató sin preguntar. Cada vez que su destino tomaba un nuevo rumbo, ella perdía un atisbo más de ese derecho. Libertad. Prácticamente nada de lo que hacía era decisión suya, vivía siguiendo órdenes y trabajando para las personas que más odiaba. Sin embargo, todavía había una cosa más que podía perder si alguien descubría la verdad. William tenía absolutamente claro cuál era su misión. Al soldado no le temblaba el pulso para cumplir con su cometido, y aunque muchos de los que lo querían cuestionaban su forma de pensar, él conocía de primera mano las consecuencias de los errores y las malas decisiones. Se había prometido no volver a ser débil para no destrozar nada más. Por eso, había optado por pasar a la acción, actuar y cargar con el remordimiento sobre sus hombros después. El mundo se había dividido en dos bandos con una línea tan difusa que podrían haber convivido juntos sin problemas. Sin embargo, la humanidad batallaba en una guerra silenciosa día a día contra los mutados. Muchos huían, otros luchaban y una gran mayoría buscaba construir un nuevo mundo. El camino de Charlotte y William estaba enlazado por un hilo invisible y los dos tenían clara su meta. ¿Temblará el pulso del soldado cuándo las dudas lo asalten? ¿Será capaz de derribar ella los muros que la aprisionan para enfrentar sus propios miedos?