Lila, una chica de 12 años con TEA, siempre ha percibido el mundo de una manera que los demás no entendían. Para ella, las sombras danzaban y cada aroma contaba una historia. Aunque era brillante y creativa, las multitudes y los ruidos abruptos solían abrumarla, llevándola a sumergirse en los mundos que creaba en su mente, donde todo se sentía tranquilo y comprensible.