Urielcada mañana se levantaba muy temprano esperando la entrega de una carta. Siempre bajaba con una sonrisa en el rostro cada vez que anunciaban que tenía correo. Revisaba su buzón, y una vez más su corazón se rompía, llevándolo a una triste sonrisa. Esa fue la última vez que esperó por él. Después el tiempo lo ayudó a enfocarse mucho más en los estudios, hasta planear un proyecto que alteraría sus planes de vida. Incluyendo la De Ayamonte. Su amigo de infancia y que ahora no lo reconocía, pero volver a verlo le hizo darse cuenta que todo había cambiado... No todo. Su Ayamonte había cambiado. Y él se preguntó cuánto daño había provocado que su mirada se volviera fría, que su conducta fuera autoritaria, que se convirtiera en lo que era... Un machista con ansias de poder.