Recuerdo su delicada y suave piel al tomarla de las manos, también puedo recordar el sonido de su risa y el color oscuro de sus ojos. Aquella noche llevaba un hermoso vestido azul como el mar y yo la observaba en silencio desde el balcón mientras ella paseaba por los jardines y se paraba de vez en cuando a oler las bellas flores blancas y amarillas que habían florecido hace a penas unas noches. No le pregunté su nombre, y ella no me preguntó el mío, simplemente nos dejamos llevar por la magia de aquella noche, sin saber que su rostro quedaría grabado en mi mente y su tierna voz seguiría retumbando en mi corazón. ¡Búsquenla por cielo, tierra y mar de ser necesario! pero esa preciosa mujer a de ser mi esposa.