el baile

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Mujeres jóvenes y dispuestas a conquistarme con sus bailes elegantes se movían por toda la pista. Rostros bellos y figuras esbeltas bailando al ritmo del vals, culla música de orquesta llenaba aquel inmenso lugar en la que se celebraba mi cumpleaños número veinticinco. La edad a la que tendría que tomar a una mujer para convertirla en mi esposa.

¿Cómo podría elegir a una mujer en una sola noche? El matrimonio es una unión para toda la vida, pero parecía que quisieran que eligiera a una mujer al azar para ser mi esposa y madre de mis hijos.

La vida marital de mis padres se basaba en el respeto mutuo, pero no había ni una pizca de amor en su relación, ni una caricia ni un abrazo, ni siquiera unas cuantas palabras que expresasen un mínimo de afecto. Entre ellos no había más que un papel que acreditaba su matrimonio. ¿Esa sería mi vida también? quizás ese fuera el destino de todo noble de clase alta.


― Hijo mío ― mi madre Ángela, la gran Duquesa de la casa Cormel, que solo actuaba como una madre ejemplar cuando se encontraba delante de sus invitados de alto estatus ― Hoy es una noche muy importante para tu futuro ― su gran y aparatoso vestido color esmeralda no la permitían mucha movilidad, pero sin duda deslumbraría a todos con lo costoso que parecía su tela ― Elige una esposa guapa y elegante, que tenga unos modales impecables y unas caderas anchas que puedan darte muchos hijos sanos y fuertes que perpetúen el legado familiar de los Cormel ― eso es todo lo que a ella le importaba, los futuros bebés que siguieran la línea de sangre del ducado ― Por cierto, la familia Real acaba de llegar, deberías ir a saludarlos como corresponde.

Mi familia siempre a sido la mano derecha del Rey, desde hace generaciones el heredero de los Cormel se convierte en el segundo del heredero al trono. Es una costumbre que mantiene poderoso al impero y apacigua a los territorios que lindan con el nuestro.

El ducado Cormel, es la Casa más importante entre los nobles, con amplia historia familiar y un listado de victorias en batalla interminable. Somos la única casa que de revelarse contra el Rey, seguramente obtendríamos el poder con el infalible apoyo del resto de casa nobiliarias, es por eso que el Rey prefiere mantenernos a su lado que en contra.


― Sus majestades ― les saludo con una reverencia sencilla y amistosa ― Les agradezco su presencia en mi celebración de elección de esposa de mi veinticinco cumpleaños.

― El placer es nuestro ― respondió el príncipe heredero Fernando, adelantándose a sus padres ― ¿Le importaría hablar de algunos asuntos en privado?.

― Por supuesto ― ambos nos despedimos de los Reyes y no escabullimos por un pasillo sin gente.


― Esto está lleno de chicas que quieren cazarte por todos lados ― gracias a que nos conocíamos desde niños, ambos habíamos entablado una amistad muy cómoda ― Amigo mío, siento decirte que no te van a dejar en paz en toda la noche.

― Ni me lo recuerdes, la fiesta empezó hace menos de media hora y ya me han invitado a bailar diez mujeres.

― Pero ¿alguna mujer ha llamado tu atención por el momento? ― los cotilleos le encantaban, él iba siempre al punto que más le interesaba.

― No, están todas tan maquilladas que sus caras son más blancas que su cuello ― admití ― entiendo que la moda es verse de piel clara, pero al menos que se pinten el cuello también ― su estruendosa risa hizo eco por el vacío pasillo en el que nos encontrábamos.

― Te va a costar elegir esposa ― esa era la más pura verdad ― que te parece si nos escapamos unos minutos al balcón para que te dé el aire nocturno en  la cara y te despejes, a lo mejor así se te abren los ojos y encuentras al amor de tu vida ― como si eso fuera a ser así de simple ― Siempre has sido un romántico.

La Mujer de mis RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora