-¡ay ay entendí! ¡Ahora suéltame hestia! ¡Me arrancarás la oreja!- gritaba el chico ante la diosa que lo llevaba a rastras de una de sus orejas -pensé que estabas en las mazmorras junto a bell-kun ¡pero estabas durmiendo debajo de un árbol! ¿¡No tienes vergüenza?!-