Es difícil pensar que en un pueblo pequeño y bonito puedan pasar tantas desgracias, pero las hay, horribles y despiadadas. Harry no era feliz, pero la felicidad era algo que ya había renunciado hace mucho tiempo, y el sacerdocio le entregó aquella conexión que tanto estaba buscando. Sin embargo, él siempre ha sabido que donde más alumbra el sol, más intensas son las sombras. Creyó que sus plegarias a Dios habían sido escuchadas, que su enfermedad se encontraba lejos ya olvidada en los cimientos de sus pecados del pasado, creyó que ya había sido perdonado por caer en la tentación y las mentiras. Oh, qué equivocado estaba. El rey de las sombras había vuelto a su hogar. Había vuelto a reclamar lo que alguna vez fue suyo.