--Vas a salir de esta y estarás bien-- He perdido la cuenta de las veces en las que me dije eso a mi misma y no lo creí. Porque parecía que nada estaba bien, que todo lo malo siempre se volvería peor. Temblaba, sin saber el motivo. Sufría, sin entender la necesidad. Me llené de tanta culpa como pude, para tratar de parar con el dolor. Llegué a creer que no había más salida y que para mi vida solo había una solución, la de dejar de existir. ¿Cómo era posible qué a mi edad esa fuera mi única solución? ¿A quién fue que le hice tanto daño como para merecer ese final? ¿Y si lo hago mañana? No, porque me verían. ¿Y si lo hago hoy? Hay mucha gente en casa, se darán cuenta. ¿La semana que viene? vale, puede ser una opción. Mi mente elegía el día, mi corazón temía que llegara la hora y sin saberlo llegué al punto más bajo.... Pero hubo algo que nadie me dijo y es que, ese solo era el principio de mi metanoia, en la que la vida me enseñó que nada es para siempre. El amor y la felicidad no son para siempre, pero ojo, tampoco el dolor lo es.