Rezando a los dioses, antiguos y nuevos, para que lo liberen de su sufrimiento, Aegon regresa a la mañana de su coronación. Todavía es débil, todavía no sabe cómo gobernar. Pero tiene una arma: la información. Y con la información viene el poder. Ahora sabe cómo aprender. Que su hermano lo haya quemado y usurpado lo ha dejado sin amor ni paciencia para nadie. Todos en quienes creía que podía confiar lo traicionaron, y por eso pagará su crueldad dos veces. ¡Esta historia no me pertenece! Simplemente la traduzco. Helaegon.
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