Nueva York nunca duerme y ese otoño la ciudad estaba particularmente agitada conocí el caos natural de la metrópolis se hubiese intensificado en los últimos días y me solía amar esa sensación la brisa fría de Manhattan mezclada con el bullicio de las calles los taxis amarillos cruzando toda velocidad las luces que se encendían tan pronto el sol se ocultaba detrás de los impotentes rascacielos era una ciudad que vibraba al mismo ritmo que ella o al menos así lo recordaba. Pero todo cambió el día del accidente....