-Pues metiste la pata, atente a las consecuencias señorita...-. Dijo un señor ya mayor un poco cánido con traje elegante y formal, mientras sostenía un bara con la que golpeaba a su hija. La niña sólo se limitaba a llorar por sus acciones, pues la había echado a perder y había arruinado su propia vida.
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