Henry Hawkins no era un chico muy brillante, era considerado un poco lento por sus profesores, pero Henry había encontrado algo maravilloso en el fondo de una caverna y comprendía que aquel extraño objeto le cambiaría siempre la monótona existencia que llevaba en la granja con su madre. Henry nunca podría haber imaginado siquiera lo que le deparaba el destino al contacto con esa misteriosa efigie.