En el corazón del convento de Santa María, Nika Rossi, una joven de 18 años con ojos brillantes y cabello oscuro, luchaba contra su destino. Obligada por su familia a entrar en la vida religiosa, Nika sentía que su alma se ahogaba en la rutina y la obediencia. Mientras caminaba por los pasillos del convento, Nika se sentía atrapada entre dos mundos. Por un lado, estaba la vida que su familia había planeado para ella, una vida de sumisión y silencio. Por otro lado, estaba su propio deseo de libertad y aventura. En ese momento, una figura emergió de las sombras. Samael Darko, un sacerdote de 25 años con ojos que parecían ver más allá de la superficie. Su presencia era imponente, su sonrisa hipnótica. Pero detrás de su fachada de devoción, Samael escondía un secreto. No era un sacerdote como los demás. Era un mafioso, un hombre con un pasado oscuro y peligroso que había encontrado refugio en la iglesia. Samael se acercó a Nika, su mirada intensa. "La tentación ha llegado", dijo con una sonrisa siniestra, "y yo soy el diablo en persona". La frase resonó en el aire, como un presagio de la tormenta que se avecinaba. Nika no sabía que su vida estaba a punto de dar un giro irreversible, que Samael Darko la llevaría al infierno. Pero en ese momento, solo sintió un escalofrío que recorrió su espalda. La noche se cernía sobre el convento, y Nika no sabía que su destino estaba a punto de cambiar para siempre.
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