Agustín no entendía porque pero los días buenos siempre se demoraban en llegar. primero había sido su cumpleaños . mayo se arrastró lento como culebra hasta alcanzar el día treinta,que durò lo mismo que el bizcocho: nada de recuerdo quedaba el diez de papel que su madre había colocado en la cima del dulce,y que de milagro sus amigos no se habían comido también Al niño le gustaba el diez. cada vez que miraba a la cocina y lo veía, inflaba el pecho y caminaba con las piernas bien abiertas igual que su papà. a la mosca que vivía detrás del fogón también le gustaba el diez. se pasaba todo el día encima del número, dejando en la súperficie azul del papel unos punticos negros y brillantes.