Dirigió ahí la mirada, en el suelo frío yacía un gorro tejido, ya casi gris, creía querer rememorar algo o a alguien con su patrón, pero nada le venía a la mente. Sabía que nadie se asomaría por esos lares en un largo tiempo así que, sin ningún apuro, levantó la prenda para inspeccionarla de cerca, al igual que la curiosa nota que le acompañaba.
No había duda, esa letra, un nombre que le regresó un pedazo de relato, y la manía de su persona favorita por regalar lo que, irónicamente, creaba, a la gente que apreciaba le dejaban en claro al autor. Era obra de Error!Sans, destructor de mundos.
Y por ende, comprendía que esa alguna vez fue la guarida de su rojizo reflejo. Sonrió amargamente, tanto había presenciado y oído de aquél Ink alterno.
No se permitiría a mentir al respecto. Lo odiaba, le aborrecía con un alma que no poseía. Sin embargo, suspiró, también le tenía cierto respeto, clásico que se concede al personaje perfecto y enigmático de una serie que recién comienza, siendo halabado por todo mundo y del que, tanto el espectador como su protagonista, no saben nada.