No puedes salvar a alguien que no quiere ser salvado; y tampoco puedes obligar a alguien a vivir cuando ya no quiere la vida.
¿Qué puedes hacer?
Intentarlo. Intentar salvar a alguien. Tú te rendiste tan fácilmente, no te culpo, soy una persona difícil de convencer.
Dejaste de escribir que yo creí que habías comenzado a cansarte de mi. ¿Fue así? Solo te pido respuestas. Lamento haberte hecho pasar por toda aquella mierda; soy una torpe cobarde. Creí que eso era lo que me hacía ser quien era, porque era tu amiga. Eso fue lo que dijiste. El último mensaje en tu muro me lastimó; porque en el fondo supe que todo había sido mi culpa. ¿Lo negarás? Porque, en realidad, no espero que lo hagas. Quiero que lo afirmes.
Solías decir que las cosas no eran mi culpa, pero lo fueron contigo. ¿Ahora me crees? ¿Me crees cuando te dije que las cosas eran mi culpa?
Lo lamento mucho, maldición. Lamento haber jodido las cosas contigo. Tu no lo merecías y aún así fui lo peor; tal vez tú me necesitabas como yo te necesitaba a ti. Y lo peor es, que ahora no sé siquiera si volveremos a hablar; no sé si vas a leer esto una vez que lo publique en tu muro. Soy una estúpida que solo piensa en ella como cualquier otra persona egoísta, pero contigo sentía que podía ser yo sin sentirme juzgada.
¿Sabes? El sentir mis ojos llenarse en éste momento de lágrimas me hace sentirme segura de una sola cosa; te considero mi amiga a pesar de todo. Pero sé que probablemente tu me odias; y jamás voy a culparte por ello porque ahora yo también me odio, aprendí a hacerlo con el paso del tiempo.
