De su espalda, una de sus manos fue subiendo con sumo cariño en forma de caricia la que al final ascendió hasta una cabello, entrelazandolo ligeramente entre sus dedos y con ello notando su suavidad. Después de unos segundos, con cuidado apartó ligeramente al chico y con ambas manos tomó su rostro para conectar sus miradas. —Ya todo está bien, estoy aquí contigo —murmuró secando con sus pulgares las lágrimas que corrían por el rostro del chico.