el hombre con una expresión fría y monótona se sobresalta un poco al sentir movimiento detrás suyo. sin embargo, poniendo su sonrisa más cordial y elegante, se da vuelta para saludar a aquel individuo que le había dirigido a la palabra.
—buenas tardes. en efecto, soy nuevo por estos lares. agradezco su bienvenida. —observa a la señorita de cabello rosa desde arriba.
—soy el Iudex de Fontaine, pero puede llamarme simplemente Neuvillette. es un gusto conocerle.