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El Castigo de Miguel | HH Parte 2. Secreto De Amor ;; Azazel and Samael. Las horas pasaron en aquel recinto. Azazel y Samael estaban juntos, habían hablado un poco mientras tomaban algo pero después se quedaron sin decir algo, aunque, era el ojiazul el que había hablado más. Sentados en el sillón del segundo piso miraban cómo algunos ya empezaban a besarse de manera apasionada y a toquetearse sobre la ropa. Era incómodo. El ojirojo aplastó un poco su vaso ya vacío al ver a Lucifer meterse a una orgía a los que llamaba '“hermanos”. No estaba celoso, pero, era raro. Azazel notó el movimiento del mayor de altura y se adelantó con curiosidad a decir: — ¿Lucifer y tú, son algo? Ahora fue turno de Samael de casi ahogarse con su propia saliva y negó rápidamente. — Para nada —afirmó y volteó a ver al ojiazul con algo de miedo al pensar que entre ellos dos hubiera algo. Si, tenían sexo, pero no significaba que tuvieran algo. — Ah, es que tú hiciste un movimiento al ver cómo se metía entre Asmodeo y Beel —sonrió un poco. — Es raro —comentó algo seco. — ¿Qué? — Ver que tienen sexo a los que llama hermanos.
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— Aza... Necesito, ya, desca- ¡ah! —un grito salió de su boca cuando el mayor cambió su propia posición. Su pierna derecha estaba por el hombro del mayor, y su cuerpo de costado, logrando sentir un bulto en lo que era su vientre. Tuvo que voltear a ver si así era, y en efecto. Sobresalía un pequeño bulto. — Oh, pero mira... Te voy a preñar, Samael... El mencionado, tragó en seco y volteó a ver al ojiazul. ¿En qué se había metido? Los minutos pasaron y el ritmo, si era posible, aumentó más. Sam ya no sabía si iba o venía. Pero los suspiros más pesados del mayor, lo hizo ver que él ya, por fin, iba a terminar. Tres estocadas más, y pronto, sintió su vientre caliente. El semen de Azazel llenaba su interior. Sentía que eso, no podría salir. El ojiazul tuvo que quedarse quieto un momento. Inhalar y exhalar. Sacó su pene del esfínter del menor con cuidado y se dejó caer al sillón. El cuerpo de Samael, estaba mancillado. Marcas, fluidos, rasguños, de todo en su cuerpo. Pero, había sido las mejores sensaciones de su vida. Intentó incorporarse sin éxito, hasta que Azazel lo tomó de sus axilas para atraerlo hacia él. Algo de afecto siempre era necesario después del sexo.
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Una mano sobre su cadera, y otra en su abdomen bajo. Azazel empezó a mover sus caderas de manera más lenta, torturando las pobres sensaciones de Samael. — ¿Por qué te... Te detienes? —preguntó en un murmuro. Pero Azazel no contestó, si no, su mano que estaba en el abdomen de este, se dirigió a su pene para empezar a masturbarlo de manera lenta.— No... ¡No toques ahí! — ¿Y por qué no? —preguntó mordaz, incluso apretando la punta del miembro de este.— Parece gustarte, tiemblas tanto, tu rostro está rojo y tus gemidos parecen rogarme. ¿Qué quieres de mi, eh? Samael no sabía que decir. Estaba demasiado sumido en lo que sentía que no se preocupó por lo qué quería Azazel; necesitaba esos favores. — Yo... Yo quiero, que quieras... Mirarme —logró completar la frase. Y no pudo decir nada cuando sintió que el agua dejaba de recorrer sus cuerpos y un vacío en su vientre. Azazel se alejó de este solamente para cargarlo cómo saco de papas y llevarlo al sillón. Cayó de espaldas al sillón y cuando menos lo esperó, el ojirojo estaba sobre él. Ahora, si se veían de manera perfecta. — Es cierto, fuiste creado por las propias manos de Dios, eres perfecto. Tomó las piernas del menor para posicionarse entre ellas y nuevamente, entrar en él, pero ahora, de manera brusca y fuerte. Aquella sensación, hizo que Samael arqueara su espalda soltando un largo gemido. — ¡Volteame a ver! —exclamó Azazel, tomando el mentón del ojirojo. El menor sonrió, y extendió sus brazos hacia atrás, mostrando todo su torso, pecho, su propio pene que pedía por atención. — ¿Así? Azazel sonrió y soltó una leve risa. — De eso mismo hablo... Las estocadas ya eran más fuertes y rápidas. Samael sentía que ya no podía más. Había llegado al orgasmo ya pero Azazel, era una maldita bestia. No tenía fin.
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Azazel hizo su cabello para atrás mientras suspiraba de excitación. Su pene estaba completamente dentro de aquel ser. Estaban conectados, hechos uno si se podría decir. No pasó ni un minuto cuando notó el temblor del ojirojo y un líquido caliente que caía en su pie izquierdo. Tuvo que voltear a ver que era, y para su sorpresa, era algo dorado. Sangre. Buscó de dónde salía y vio que era desde el esfínter del arcángel que se deslizaba por su glúteo y después su pierna. No sabía que decir, si era más sorprendente que su sangre siguiera siendo pura o que estaba sangrando por el sexo. — Sam, estás sangrando, ¿q-qué hago? El mencionado que tenía la mirada gacha, solamente levantó su cabeza y para sorpresa suya, su sonrojo era predominantemente en su rostro junto con su ceño fruncido. — Si paras... Me voy, lo juro. “ Por supuesto... ” El ojiazul sonrió de manera ladina y traviesa. El show apenas empezaba cuando decidió darle otra estocada, saliendo casi por completo para después meterse con fuerza y profundidad. Los gemidos de Samael, eran cómo llamados de ángeles para sus oídos. Pero quería verlo, necesitaba ver sus expresiones. — Sam, quiero verte —pidió. Pero el contrario, solamente negó y le dijo que siguieran así. A Azazel no le gustó eso. No le gustaba que se le negara algo. En su propia codicia, empujó al menor a la pared, quedando su pecho contra las frías baldosas que lo hicieron querer apartarse, pero el agarre del contrario era demasiado fuerte.
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