El joven de cabello oscuro observó fijamente a la joven a su lado.
Aquellos ojos tan bellos y profundos, sus labios rosados, su piel tan tersa y suave, su sonrisa cautivadora...
Era perfecta.
Nada ni nadie le haría cambiar de opinión.
—Kath, ¿te puedo decir algo? —Preguntó del joven, con los nervios a flor de piel.
—Claro, dime—. Respondió ella.
Él tragó saliva, y desviando su mirar de su acompañante, murmuró:
—Si fueses la persona más suertuda del mundo, es decir, del mundo entero...—Estaba nervioso. Las manos le temblaban levemente—. La persona que amas decide amarte de vuelta.
Al no comprender lo que quería decir el chico, la más baja lo observó, en busca de respuestas.
— ¿Me dejarías ser esa persona?