⸻ • ELIAN !
Elian dejó caer el mantel sobre el césped con una precisión casi quirúrgica, estirándolo para que no quedara ni una arruga fuera de lugar. El sol de la tarde, suave y filtrado por las copas de los árboles, le golpeaba la nuca, pero no era algo que notara demasiado; su mente estaba ocupada repasando la lista mental de todo lo que había traído.
Termo de café —presente.
Bocadillos —presente.
Fruta —presente.
Servilletas extra, por si Leo volvía a hacer alguna de sus payasadas —presente.
Botiquín de primeros auxilios —también presente, gracias a experiencias pasadas que prefería no recordar en detalle.
Suspiró y se sentó con rigidez, las piernas cruzadas a un costado, las manos apoyadas sobre las rodillas. El parque estaba casi vacío a esa hora, salvo por algún que otro paseador de perros a la distancia y un grupo de adolescentes con patinetas. Ideal, pensó. Tranquilo. Predecible.
Al menos hasta que llegara Leo.
Miró su reloj. Puntualidad no era precisamente el punto fuerte de su amigo, pero Elian ya se había resignado a eso. Era parte del paquete: energía caótica, conversaciones aleatorias y, por alguna razón, una necesidad patológica de traer siempre "algo nuevo" a sus reuniones semanales. Elian no sabía qué sorpresa le esperaba esta vez, pero apostaba a que involucraba algo ridículo. Un disfraz de anime, quizás. O un videojuego de realidad aumentada que, inevitablemente, terminaría arruinando el picnic.
La sola idea le provocó una ligera contracción en la mandíbula, pero no hizo más que inhalar hondo y mirar el sendero que conectaba el parque con la calle.
Leo siempre llegaba, aunque fuera corriendo, agitando los brazos como un lunático.
Y, a pesar de todo, Elian se había asegurado de traer una taza de café extra, ya esperándolo.
Como siempre.